Hace muy poco (quiero decir,relativamente poco para el largo trecho que llevamos habitando la tierra), una suma de átomos y moléculas de diversos materiales se fueron agrupando en un punto de la región del Sahara. En cierto momento, una vez todas aquellas moléculas se ensamblaron la una a la otra, crearon un bonito reloj de bolsillo. Es evidente que el lector en este punto tiene derecho a no creerme, pero yo aseguro que en el Sahara existe un reloj de bolsillo que ha sido creado espontáneamente a través de la combinación natural de la materia. Tiene derecho a no creerme, pero no puede decir que sea falso…
El problema del reloj, además, es que sólo aparece en aquellas regiones del Sahara que no vemos, lo que lo hace indetectable al ojo humano. De hecho, usted probablemente tiene un reloj espontáneo justo detrás de su cabeza en este momento. Ahora creo que será tremendamente incrédulo, y posiblemente crea que le estoy tomando el pelo. Pero es así: Usted tiene un reloj justo detrás de su cabeza. Sin embargo, si se gira, desaparecerá, y la combinación de moléculas irá pronto a otro lugar y se recombinará para producir otro reloj.
Ahora, algo más difícil todavía: Usted no tiene pruebas de que su consciencia sea real. Las acciones que usted realiza son meros actos físicos que no prueban que una consciencia esté tirando de los hilos. Usted no puede probar que su consciencia, o lo que usted llama consciencia, no sea sino un espejismo. En este momento, puede decir «Esta es una locura nueva. Evidentemente puede probarse que la consciencia existe». Yo diría que lo que puede probarse son sólo los actos físicos de una «supuesta» consciencia, pero eso no prueba que usted actúe con libertad o sea consciente de lo que hace: Al contrario que con el reloj que (indudablemente) tiene tras su cabeza, usted da por sentado que su consciencia existe incluso sin haberla visto, pesado o medido. No acepta la existencia del reloj, y sin embargo acepta que usted tiene «sustancia» porque «piensa», cuando muy bien no puede dar pruebas de que tales pensamientos sean más «reales» que el reloj que le propongo.
La Nada tiene la curiosa propiedad de ser capaz de llenarse, mientras que lo lleno, parece que nunca puede vaciarse. Es así como aparecen estos relojes. Los relojes existen porque existe la Nada. La Nada es, por cierto, una región en el Sahara que nadie ha visitado todavía, pero también es el ángulo muerto que existe tras su nuca y que no es capaz de observar usted mismo. A veces, esa nada desaparece momentáneamente, por ejemplo cuando uno se mira la nuca reflejada en un espejo. Pero tras ese lapso de tiempo, regresa al lugar en el que se hallaba. El Sahara además es un lugar que nadie ha visitado aún: Aquellos que dicen que lo han hecho mienten, porque si bien hoy aquella duna estaba allí y esta palmera aquí, mañana la duna y la palmera habrán cambiado de lugar, lo que hace imposible de fijar un lugar al que llamar «Sahara». Así que todo el Sahara es como aquel reloj espontáneo, sólo existe porque aseguramos que existe. Al igual que el Nilo cambia sus aguas, al igual que nosotros mismos cambiamos nuestro ser, no podemos decir que símplemente existimos cuando tenemos pruebas de todo lo contrario. Por tanto, espero que el reloj espontáneo jamás sea descubierto, aunque sólo yo sepa que existe. Eso quiere decir que siempre habrá huecos esperando agradablemente a ser llenados.